Hace mucho tiempo, nació una pequeña guerrera. El Rey tenía un gran deseo: que un día, ella se convirtiera en una verdadera defensora del Reino. Así que la colocó en una familia… para ser probada. Pero esa familia no la amó y la rechazaron.
El príncipe de la oscuridad intentó por todos los medios desviarla del camino y la pequeña creció… sin sentirse amada. Ella era muy curiosa: quería hacer volar una gallina, metía la cabeza bajo el agua para imaginar que era un pez y eso hizo que la vieran como "rara". Y aunque creció hasta convertirse en una hermosa joven, el enemigo siempre le susurraba toda clase de mentiras, entre ellas: “No eres lo suficientemente linda.”
Entonces, ella hizo todo lo posible por ser lo que él le decía que debía ser. Se alejó de la luz, pero por dentro… seguía siendo aquella niña triste y sola. El Rey, sin embargo, nunca se alejó. Siempre estuvo allí. La joven intentó acercarse al Rey, pero el enemigo la llevó a un lugar donde decían cosas falsas sobre Él. Le mintieron sobre su bondad… sobre su amor. Y entonces, se casó con un hechicero malvado que la alejó aún más del corazón del Rey.
Pero un día, el Rey actuó de forma misteriosa. La guió hacia una familia de reyes que ni siquiera el enemigo habría podido imaginar. Y cuanto más se acercaba a esa familia… más se acercaba a su Rey.
Un día ella preguntó: —¿Es esta mi verdadera familia? Y el Rey le respondió con ternura: —Sí. Esta es la familia que yo preparé para ti.
El Rey tenía un gran deseo: que ella se convirtiera en una verdadera defensora del Reino
Con el tiempo, se separó del hechicero malvado. Y esa familia de reyes la recibió con ropas limpias, un hogar, una cama… y sobre todo: amor. La ayudaron a redescubrir quién era realmente. Le enseñaron sobre su verdadera identidad y propósito.
El Rey la puso como guardiana de la reina y, desde esa posición, también se encargó de enseñar a la pequeña princesa a ser más valiente. La pequeña princesa a veces peleaba con ella… pero el corazón de la guardiana siempre la amaba. Así también enseñó al príncipe a ser cortés, porque él era rudo.
Como guardiana de la reina cuidó del más pequeño cuando nació, y en los desiertos más difíciles estuvo junto a la reina. Se convirtió en una guardiana fiel y valiente. Incluso escribió algunas de las hazañas del Rey y de su familia real.
Un día, se reencontró con el Rey y con lágrimas, le dijo:
—Ya soy la guerrera que tú querías que fuera.
El Rey, sonriendo con gozo, le respondió: —Estoy orgulloso de ti.
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